Día de Muertos.Tradición de México.

Cuando era pequeña me encantaba la fiesta de los muertos, era divertidísimo salir con los vecinos a pedir "hallowen" y que nos dieran dulces y galletas. Después crecí y vinieron las fiestas de disfraces que eran de lo mejor y con la moda de la luz estrambótica, bailar y ver bailar y comer ojos, dedos ensangrentados, orejas, etc., de gelatina era de lo más ocurrente  Hasta que me hice mayor (sólo un poco) y fui conociendo lo bella e importante que es nuestra celebración en México, que además es de interés cultural y patrimonio de la humanidad.

El hecho de hacer la ofrenda con la típica flor de cempasúchil que significa "La vida eterna de los difuntos junto a DIOS", la deliciosa comida que al difunto le gustaba en vida y que se comparte con los vivos, además de saborear el exquisito pan de muerto que "simboliza el cuerpo de los muertos", el tradicional papel de china picado de diferentes y vivos colores que venden en las papelerías que, si eras manitas, lo hacías tu mismo y que "representa el aire", sin faltar, claro está, el mezcal, tequila, aguardiente o pulque.

Recuerdo mucho en los últimos tiempo de estar en México, el intercambio, con mis alumnos de la universidad, de "calaveritas" de azúcar, chocolate y amaranto con nuestros nombres y el tradicional concurso de "calaveras" (epitafios literarios escritos para mofarse de la muerte ya sea de políticos, personajes conocidos, familiares o amigos) que era de lo más entretenido. ¡Snif, snif, snif, buaaa! ESO SI ERA VIVIR LAS TRADICIONES MEXICANAS ¡Viva México chingao!



Eran los tiempos aquellos
los días de la revolución
cuando la muerte se apareció
indecisa estaba pues no sabía
si llevarse a uno de la bola o ya de perdis
un pelón.
La calaca sentada se reía
porque de uno y otro bando a cada minuto
alguien caía.
La muerte alzó la vista porque por el camino
alguien venía
Era mi general Zapata.
Ey guapo le dijo, acá está tu Adelita
Y mi general al verla se dio cuenta que era la huesuda
Ya murió Zapata, ya lo llevan a enterrar
no lo mató una bala, no lo mató un cañón
fue la calavera que le gustó ese bigotón.